El perro y el gato vienen a diferentes tipos de ayuda.
El perro viene a sostenernos emocionalmente.
El perro nos ayuda a sanar emociones y a darnos alegría. Nos enseña a vivir el instante, a distraernos de los pensamientos obsesivos.
Y el gato es maestro del desapego. Cuando necesitamos equilibrar algún altibajo emocional bipolar ya sea extremadamente positivo o negativo, o cuando enfermamos. Entonces el gato viene a nosotros para transformarnos y moderar nuestras emociones.
Quien necesita cariño y se debilita tiene un perro capaz de absorver las enfermedades y dar la vida por sus amos para sacarlos de este laberinto y de una soledad inaceptable por ellos. Apartándolos dándoles más alegría a sus vidas.
Para que luego una vez sanados y fuertes, el gato sigue con la tarea de seguir transformándonos con el desapego y el "pasar de todo".
Es decir, convertirnos en unos simpáticos seres divertidos cuando nos apetezca jugar o experimentar, de silencio y calma interior, y por si fuera poco, nos ayuda a que aprendamos a ser un poquito "sin vergüenzas" o tener más morro en la vida haciendo referencia a esas personas tímidas que no se atreven a hacer todo aquello que desean ya sea por miedo al prejuicio de los demás o por vergüenza, etc...
S.E.A
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